Kung Fu

En China, desde la alta antigüedad, el Kung Fu, el adiestramiento de las artes marciales fue reverenciado, no sólo por el respeto o temor que un practicante con habilidad pudiera transmitir, sino porque sabido era, que dicho practicante, para alcanzar un grado importante de destreza tuvo que pasar por una gran disciplina con la cual, en mayor o menor grado, ha ido forjando su carácter, adquiriendo templanza a fuerza de constancia, aceptación, humildad, control de sus emociones y armonía entre cuerpo y mente. Si ya de por sí, eso era suficiente para que se considerara a tales guerreros y guerreras “seres especiales”, cuando a través del tiempo, en una infinita diversidad de estilos que han hecho hincapié en distintos aspectos del conocimiento, como la aplicación del Chi Kung tanto a las artes marciales como a las artes curativas, de donde han surgido estilos internos como el Tai Chi, Pakua, Xing Yi, etcétera… a través de los cuales se ha desarrollado la energía interna como fundamento e inicio, así como estilos externos basados en la velocidad, la fuerza y la coordinación, como en el los estilos de Changquan, Nanquan, Shaolin… etc.

Y cuando más aún, los monjes y practicantes budistas y taoístas, incorporaron el chi kung y la meditación a su práctica, como parte de su adiestramiento espiritual, alcanzando en el Kung Fu de este modo niveles insospechados de destreza y desarrollo de las potencialidades humanas, dichos practicantes se convirtieron en “seres extraordinarios”, como los monjes de Shaolin que, no sólo lograban alcanzar una destreza sin igual en el combate, sino que incluso lograban un nivel de desarrollo del Chi (la energía) por el cual no podían ser heridos por un arma blanca, utilizando técnicas como la “camisa de hierro” y otras a través de las que demostraron el poder del Chi y el control de la mente sobre el cuerpo.

Hoy día, ese antiguo y mítico legado sigue aportando a quienes practican el Kung Fu con seriedad, los valores fundamentales que manifestaron esos legendarios maestros que, a través del tiempo, han ido dando forma a este arte maravilloso, mostrándonos un camino de sanación y superación, y haciéndonos comprender la importancia de refinar con atención cada uno de los aspectos de nuestra existencia si queremos encontrar en nuestra vida la armonía y la paz, que desde un centro estable, una mente serena y un corazón limpio se expresa con amor y gratitud e intención de servicio donde sea que uno se encuentre, siendo así un ejemplo de entereza y honor y de todas las virtudes que hacen nobles a los seres humanos y los eleva en el “camino hacia la luz y la unidad de todas las cosas”, tal como lo expresa el Tao Te King.